Por qué creo en el estoicismo, y qué tiene que ver con lo que hago

Hay muchas filosofías, métodos y corrientes que pueden inspirar a un artista, pero el estoicismo me tocó de un modo especial. No porque quiera ser una suerte de monje rígido, sino porque en esos textos antiguos encontré principios que, curiosamente, se ajustan muy bien al mundo acelerado en el que vivimos. Y, sobre todo, conectan de lleno con mi forma de crear y compartir en Sigma V Soul.


Vivir con intención

Los estoicos enseñan a vivir cada día como si fuera el único, enfocándote en lo que sí puedes controlar y desapegándote de lo que no. A la hora de pintar zapatillas, esto se traduce en poner plena atención a cada pincelada y en no obsesionarme con si gustará o no a todos. Lo que controlo es mi proceso, mi intención y la calidad del trabajo. Si alguien lo valora y lo entiende, genial. Si no, me quedo con el aprendizaje y continúo creando sin perder el rumbo.


Aceptar el límite como fuente de valor

Para los estoicos, nuestras limitaciones —como el tiempo— son recordatorios de lo que de verdad importa. En Sigma V Soul, esa noción se vuelve tangible: solo pinto cinco pares de cada modelo. No hay reediciones. Esto, que para muchos podría ser un freno, se convierte en la clave que hace de cada obra algo irrepetible. El límite no es un obstáculo; es lo que otorga carácter y valor a lo que hago.


Disciplina y constancia

Uno de los pilares del estoicismo es la disciplina. No se trata de obligarte sin sentido, sino de ser constante en aquello que consideras valioso. Mi ritual creativo exige tiempo, paciencia y volver a empezar una y otra vez, sobre todo cuando las cosas no salen a la primera. Gracias a esta constancia, cada par de zapatillas alcanza un nivel de detalle y significado que, si me dejara llevar por la pereza o la prisa, se perdería por completo.


Tu paso, tu poder

Otro aspecto estoico es la noción de que cada persona debe tomar las riendas de su vida, sin esperar la validación externa. Cuando alguien elige un par de Sigma V Soul, lo animo a usarlas y a pisar fuerte el mundo, en lugar de guardarlas para “ocasiones especiales” o dejarlas intactas por miedo a estropearlas. El estoicismo también habla de hacer lo mejor que puedes con lo que tienes. Que tu calzado sea, en cierto modo, un recordatorio de que tu siguiente paso depende de ti.


Encuentro con la serenidad

Muchos creen que el estoicismo consiste en reprimir emociones, cuando en realidad propone observarlas sin dejar que te dominen. En mi estudio, hay días en que las ideas fluyen y otros en los que me quedo en blanco. Mantener la compostura estoica me permite no caer en el drama, sino buscar calma en el proceso creativo. Casi como un pequeño ritual de meditación con pinceles. Esa serenidad acaba reflejándose en el diseño, en la paleta de colores y en la forma en que termino cada detalle.


Conclusión: estoicismo como arte vivo

Para mí, el estoicismo no es una doctrina anacrónica, sino un mapa que me orienta a la hora de vivir y de crear:

  • Acepto el límite de mis cinco pares por modelo y lo convierto en virtud.
  • Abrazo la disciplina para darle sentido a cada pincelada.
  • Confío en que, pase lo que pase, mi responsabilidad es con el trabajo honesto y la pasión que pongo en él.

Así, cada zapatilla que pinto lleva un poco de esa influencia estoica, recordándome —y recordándole a quien la lleva— que el auténtico poder está en cómo decides encarar el presente. Y si, de paso, ese presente lo pisas con un par que sientes único y cargado de simbolismo, mucho mejor.

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