A veces me preguntan por qué insisto en pintar tan pocas zapatillas de cada modelo, por qué no abrir las puertas a la producción masiva y “hacer crecer” la marca. La verdad es que para mí, Sigma V Soul no va de números, sino de esencia. Lo llamo “hacer poco, pero hacerlo sagrado” porque creo en el poder de dedicarle corazón a cada par, de invertir tiempo y energía en una obra que, con suerte, va a acompañarte en momentos únicos de tu vida.
Cuando solo realizo cinco pares de un diseño, no es porque quiera ser exclusivo o difícil de conseguir. Lo hago para ser coherente con mi forma de ver el arte: cada pincelada tiene un porqué, cada línea cuenta un pedacito de historia, y ese nivel de detalle se pierde si trato de replicarlo a gran escala. Prefiero concentrarme en cada trazo, en cada transición de color, y sentir que, al entregar un par, estoy dando algo que verdaderamente nació de mi visión y mis manos, no de una cadena interminable de producción.
El hecho de que haya tan pocos pares de cada modelo no solo busca convertirlos en piezas especiales para quien las usa, sino en objetos con un alma que permanece. Quiero que cuando camines con tus Sigma V Soul, sientas esa energía de algo creado con intención, casi como un talismán que te recuerda que lo auténtico y lo profundo siempre valen la pena. Para mí, cada zapatilla es un diálogo entre mi proceso creativo y tu forma de vivir la vida. Y cuando alguien decide calzar una de mis obras, está apostando por una forma distinta de pisar el mundo: con conciencia, con pasión y, sobre todo, con una historia que trasciende la simple moda de temporada.
Ese es el motivo por el que no me interesa producir en grandes cantidades. No quiero que mis diseños sean un número más en un escaparate. Quiero que cada uno sea un testimonio vivo de lo que soy capaz de crear y de lo que tú eres capaz de experimentar al llevarlo contigo. Hacer poco pero hacerlo sagrado significa darme el permiso de honrar cada fase de mi trabajo, cada boceto, cada pincelada, y de poner en tus manos —o mejor dicho, en tus pies— una obra que se convierte en parte de tu propio ritual de vida.