En el estudio de Sigma V Soul, entre pinceles, plantillas, capas de pintura y silencios intensos, hay una zapatilla especial que nunca va a una caja, ni a una bolsa, ni a las manos de ningún cliente. No está en venta, no se exhibe para venderse… pero tampoco se esconde. Es la maqueta, el primer par de cada modelo. La versión cruda, honesta y fundacional. El alma desnuda del diseño.
Es el primer paso antes del Ritual del Último Par. El borrador físico de una idea. Y, como todo lo primero, tiene algo de caos y algo de magia.
El Origen como acto de verdad
Cuando arranco un modelo nuevo, no pienso aún en quién lo va a llevar, ni en si gustará o no. Pienso en lo que quiero decir. La maqueta es ese momento íntimo donde lo que estaba en mi cabeza baja a la tierra. Aquí pruebo combinaciones, ensucio lo limpio, me contradigo. A veces la maqueta queda perfecta a la primera. Otras, es una batalla larga de capas, errores y ajustes.
Pero siempre, siempre, es el momento más puro del proceso.
Por eso no la vendo. Porque representa el latido original de ese diseño. Es el espejo donde el resto de pares se miran. No nace para salir al mundo… salvo cuando tiene que hacerlo.
¿Y cuándo debe salir?
Solo en ocasiones especiales.
Cuando se hace necesario que el mundo entienda de dónde viene una obra.
Cuando hay que contar la historia desde su comienzo real.
Cuando una exposición, una presentación o un momento lo requieren. Entonces, la maqueta viaja.
Con cuidado.
Con respeto.
Como se traslada una reliquia.
Porque no es el modelo “bonito”. Es el modelo auténtico. El que tiene heridas de guerra. El que todavía lleva tachones, correcciones y trazos dudosos que nunca borré.
Un mapa de memoria
Con el tiempo, cada maqueta se convierte en un archivo emocional. Es mi forma de recordar lo que me movió a crear ese diseño, qué estaba viviendo, qué música sonaba en el taller mientras la pintaba, qué me costó más que saliera. Es como tener un diario físico en forma de zapatilla. Y por eso se queda en casa.
Mientras las demás zapas viajan, caminan y viven aventuras, la maqueta espera. No como algo estancado, sino como raíz. Como testigo silencioso de todo lo que vino después.
Conclusión: el objeto más sagrado
En un sistema que todo lo pone en venta, la maqueta es mi forma de decir: no todo se vende. Algunas cosas están hechas para quedarse. Para recordarme por qué empecé. Para mantenerme conectado a lo esencial.
Así que si algún día ves una maqueta de Sigma V Soul fuera del estudio, sabrás que no estás viendo un producto más. Estás viendo el punto de partida. El lugar donde una idea se volvió materia. El paso cero del ritual.
El par que nunca debía salir… pero que esta vez, tenía que hacerlo.