Lo primero que piensas cuando oyes “Sigma V Soul” tal vez sea un local lleno de zapas en vitrinas, con un mostrador donde se pagan y ya está. Pero nada más lejos de la realidad. Mi espacio no es un comercio convencional, sino un lugar en constante transformación, donde cada pared respira arte y cada rincón alberga pinceles, botes de pintura y retazos de inspiración.
Un lugar para crear (y para compartir)
Aquí no verás un escaparate perfecto ni etiquetas de descuento; verás un taller activo, una extensión de mi mente creativa. Si pasas por mi estudio, puedes encontrarte con el olor a pintura recién aplicada y la música que suena de fondo mientras trabajo en un nuevo par. Te invitaré a pasear, a curiosear entre las superficies cubiertas de bocetos y a sentir la atmósfera de un sitio que se nutre de ideas.
El encuentro con el proceso
Más que un local, es un punto de encuentro: me encanta cuando alguien llega y me pregunta por los materiales, por el porqué de un color o por las cinco fases de Sigma V Soul (Encuentro, Revelación, Confirmación, Consagración y Leyenda). Ahí es donde entra en juego la transparencia: no me guardo secretos de técnica ni atajos, porque creo que compartir la historia de cada diseño enriquece lo que hacemos. Si algo te llama la atención, estás invitado a verlo, tocarlo —si es posible— y, sobre todo, a entenderlo.
Cada visita, una experiencia
Muchos piensan que un estudio es un espacio cerrado para el artista. En mi caso, prefiero que sea algo vivo. Eso significa que, si vienes, probablemente encuentres pinceladas incompletas, cajas a medio decorar o proyectos en plena evolución. Tal vez hasta te pida opinión sobre qué color aplicar en la puntera o te cuente alguna anécdota sobre la inspiración del día. Para mí, es esencial que sientas que formas parte del proceso, que esto va mucho más allá de venir a “comprar”.
No es una tienda… y me gusta así
En una tienda, te sales con un producto y la historia termina. En mi estudio, en cambio, todo comienza cuando escoges un par (o lo ves nacer). No hay una fila ordenada de estanterías; hay un Muro de Iniciación donde se pegan notas de quienes han pasado, han visto o han comprado. Ese muro crece con cada historia, cada pensamiento, cada trocito de vida que alguien decide compartir.
Te espero en el taller
Si alguna vez te animas a visitar este espacio, quiero que sepas que encontrarás un entorno donde las zapatillas se viven desde otro lugar: no como simples objetos de moda, sino como pequeñas obras con un alma que late en cada pincelada. Así que, si lo tuyo no es pasear por tiendas frías y prefieres adentrarte en la cocina creativa de un artista, mi estudio está abierto para ti.
Bienvenido a un sitio donde nada está quieto, donde el arte se fusiona con la piel y el paso, y donde cada pincelada deja una marca real —tanto en la zapatilla, como en las historias que conectan con ellas—. Porque, al final del día, esto no es una tienda: es un estudio vivo, y mi puerta está abierta para quien quiera sentirse parte de esta aventura.