El Estudio como templo: cómo nace una zapatilla en Sigma V Soul

Del impulso a la materia. Del trazo a la calle.

Todo empieza en silencio.
No hay briefing. No hay bocetos digitales. No hay prisa.
Solo una idea que aparece como una grieta.
Una imagen. Una emoción.
A veces una frase suelta, una canción, una textura, un recuerdo.
Y de ahí nace todo.

1. El origen es siempre emocional

Cada modelo arranca con una intuición. Una sensación que pide forma.
No diseño zapatillas. Canalizo historias.
Lo primero que hago no es dibujar, sino escribir. Nombrar lo que estoy sintiendo.
Le pongo palabras al impulso para poder bajarlo a tierra.
A veces eso se convierte en un nombre.
Otras, en una serie entera.

2. El estudio no es un taller. Es un templo

Cuando cruzo la puerta del estudio, todo cambia.
Ahí no hay producción. Hay ritual.
Cada par se hace como si fuera el único, porque lo es.
Pintar una zapatilla es lo más cercano que tengo a la meditación.
Brocha en mano. Música alta. Concentración total.
El mundo se borra.

La mesa de trabajo no es ordenada ni caótica. Es viva.
Hay restos de pintura, plantillas fallidas, notas sueltas, pruebas de materiales.
Y en medio de todo eso, nace algo que no existía.

3. El cuerpo manda

Trabajo con las manos. Con la vista. Con la espalda.
La zapatilla tiene que ser bella, sí. Pero también usable, real, callejera.
Cada capa de pintura se prueba. Se camina.
La suela. El interior. El ajuste. La textura al tacto.
Todo importa.
No es arte para colgar. Es arte que pisa.

4. El error es parte del diseño

A veces el trazo se va.
Y entonces no hay corrección. Hay adaptación.
Ese error se convierte en parte del carácter del modelo.
Cada par es así: único no porque lo diga el marketing, sino porque es irrepetible de verdad.

5. El momento en que se termina

Llega un punto en que lo miro y lo sé: está completo.
No porque esté “perfecto”.
Sino porque ya no me necesita.
Ese par ya tiene historia. Ya puede caminar sin mí.

Lo dejo reposar. Lo firmo. Lo dejo respirar.
Y cuando alguien lo elige, se completa el círculo.
Yo empiezo la historia. Ellos la continúan.


Sigma V Soul no es una marca. Es un taller sagrado. Un templo donde cada par nace con sentido. Y sale al mundo para dejar huella.

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