No es una moda. Es fuego que arde por dentro.

No todo el mundo necesita ruido para hacerse notar.
No todo el mundo necesita gente alrededor para avanzar.
Y no todo el mundo ha nacido para encajar. Algunos estamos hechos para caminar a nuestro ritmo, aunque sea cuesta arriba, aunque sea solos.
El alma Sigma no va de ser mejor que nadie. Va de no rendirse.
De no venderse.
De mantenerse firme cuando todo se tambalea.
De elegir el camino difícil porque es el que tiene sentido, aunque nadie más lo entienda.
Una mente Sigma no necesita hablar más alto. No compite.
Observa. Aprende. Actúa cuando hace falta, no cuando le miran.
No busca aprobación. Busca coherencia.
No sigue al resto porque ya ha visto a dónde lleva eso.
¿Soledad? A veces, sí. Pero no es derrota. Es paz.
Porque cuando tienes claro quién eres, no necesitas multitud.
A veces estar solo es la única forma de no perderte.

La gente dice que es frialdad. Que es distancia.
Pero no es eso. Es foco. Es energía guardada.
Es cuidar lo que importa y no desgastarse por lo que no vale nada.
El alma Sigma no se queja. Se adapta.
No se hace la víctima. Se levanta.
Y no vive para el aplauso. Vive para dejar huella, aunque nadie lo vea.

Si todo esto te suena familiar… ya sabes por qué.
No estás fuera de lugar.
Estás hecho para construir el tuyo propio.
No estás solo.
Estás despierto.
