Mi trabajo no termina cuando acabo de pintar una zapatilla.
Termina cuando alguien la lleva.
Cuando pisa con ella.
Cuando la mancha. Cuando la cruza con su vida.
Ahí es donde empieza lo real.
Lo que yo hago es solo la primera parte.
Lo que yo dejo, tú lo completas
Cada par en Sigma V Soul tiene una intención, una energía, una historia personal detrás.
Pero nunca está cerrado. Nunca está completo del todo.
Porque lo que le da sentido final no es la pintura, sino el uso.
No pinto para que guardes una zapatilla como si fuera un trofeo.
Pinto para que te acompañe.
Para que la conviertas en parte de tu vida, sin miedo.
Y para que, con el tiempo, se desgaste… y gane valor.
La historia empieza en el paso
Las capas de color, los símbolos, los trazos… todo eso forma parte del relato.
Pero lo que hace que un par se vuelva una historia real,
es cómo y dónde lo llevas.
A qué lugar entra. Qué día lo eliges. Qué decisión tomas con él puesto.
Por eso no hay dos iguales, aunque el diseño se parezca.
Porque cada uno se contamina con tu vida, con tus días, con tu camino.
Y eso no lo puedo controlar.
Ni quiero.
Yo no vendo producto. Abro posibilidad
Cuando alguien se lleva un par de Sigma V Soul, no se está llevando una zapatilla bonita.
Se está llevando una versión previa de una historia que todavía no ha pasado.
Y esa historia depende de ti.
De cómo pisas, de por qué eliges ese modelo,
de qué representa para ti.
Yo dejo el pincel. Tú empiezas el viaje.
Por eso cada par se consagra
Porque no acaba cuando yo firmo.
Empieza cuando tú decides usarlo.
Con intención. Con coraje. Con memoria.
Ahí es cuando una zapatilla se vuelve algo más.
Ahí es cuando Sigma V Soul cumple su sentido.
Cuando dejo de pintar, empieza la historia.
La tuya.