Cuando alguien entra en Sigma V Soul y ve una Serie terminada, lo que encuentra es un conjunto de cinco modelos distintos, con identidad propia, coherencia estética y una narrativa de fondo. Pero lo que nadie ve —y casi nadie pregunta— es cómo nace realmente esa Serie. Cómo se construye de verdad. Porque una Serie no empieza con bocetos bonitos ni con una idea cerrada. Empieza con saturación. Con conflicto. Con una obsesión que se va despegando por partes.
No nace toda de golpe
Una Serie se forma como se forma una herida: poco a poco, y a base de rozar. No es “voy a hacer una colección sobre esto”. Es algo que vuelve una y otra vez. Una canción. Una palabra. Una imagen que se queda pegada. Me anoto cosas sueltas sin saber por qué. Pruebo colores sin saber a qué modelo irán. Dejo frases escritas en la mesa. Y no armo nada hasta que veo que hay un centro. Un núcleo temático que no se puede forzar pero que de repente se empieza a organizar solo.
Cuando aparece ese centro, empieza la Serie.
Los modelos no se reparten, se descubren
No decido desde fuera: “este será el oscuro, este el brillante, este el agresivo”. Cada modelo va saliendo cuando encuentra su tono. El proceso no es lógico ni ordenado. Hay pruebas que hago con la intención de que sean un modelo y no lo son. Y otras veces, un ensayo sin rumbo me dice “yo soy parte de esta Serie, aunque no me esperabas”.
Por eso no planifico las Series como colecciones de moda. No trabajo con moodboards de inspiración externa. Trabajo con lo que tengo encima en ese momento: temas personales, emociones retenidas, ideas recurrentes. Las Series nacen como se nace de verdad: con caos, con repeticiones, con dudas.
Hay fases del proceso que nadie aguantaría
Antes de que se pinte la primera zapatilla de la Serie definitiva, hay intentos fallidos. Capas que tapo. Colores que repito veinte veces hasta que acepto que no encajan. Zapas que me gusta cómo empiezan y detesto cómo terminan. Hay días en los que no toco ninguna porque no tiene sentido avanzar por avanzar. Lo único que no hago es simular que está y seguir igual. Prefiero frenar.
Este proceso no es romántico ni eficiente. No está pensado para gustar. Está pensado para llegar a algo que merezca existir.
Cuando todo encaja, se nota
Hay un momento, después de mucho trabajo suelto, en el que todo se alinea. Ya no necesito buscar. Veo que la Serie tiene cinco voces. Cinco modelos que son distintos entre
Una Serie, en Sigma V Soul, empieza cuando algo se me queda dentro.
Algo que no se va. Que insiste.
Una emoción concreta, una imagen que no olvido, un tema que vuelve en bucle.
No tengo que decidir que voy a trabajar sobre eso.
Lo trabajo porque no me deja en paz.
Primero, el ruido
Antes de que exista un solo modelo, hay saturación:
papeles escritos a medias, pruebas sueltas en materiales que quizás no voy a usar,
líneas de texto en el margen de un cuaderno, colores que no entiendo por qué estoy probando.
Todo eso no tiene forma. Pero empuja.
Llega un momento en el que lo reconozco: eso es una Serie.
No un diseño. No un modelo suelto.
Una Serie entera que ya existe dentro aunque todavía no la haya pintado.
Después, la búsqueda
No reparto papeles.
No digo: “este va a ser el modelo oscuro”, “este el provocador”, “este el sereno”.
Cada modelo se gana su sitio. Aparece. Lo reconozco.
Algunas zapatillas empiezan creyendo que pertenecen a la Serie… y luego las descarto.
Otras nacen sin pretensión, y terminan siendo el centro.
No hay guión. Solo proceso.
Voy pintando. Corrijo. Paro. Escucho.
Y cuando me doy cuenta, hay cinco pares que se sostienen entre ellos.
Cinco voces distintas.
Un mismo universo.
El orden llega al final
Cuando tengo los cinco modelos, les pongo nombre.
Les escribo desde lo que son, no desde lo que quería que fueran.
El storytelling no es el inicio: es la consecuencia.
Lo escribo para entender lo que acabo de hacer.
Y ahí sí: lo convierto en una Serie.
La presento, la dejo respirar.
Pero antes de llegar a ese punto, ha pasado de todo:
noches sin pintar, frustración, obsesión, intuiciones que no sabía explicar.
Eso no lo ve nadie.
Y sin eso, no habría Serie.
Por eso no hay dos iguales
No hago una Serie porque “toca”.
La hago cuando me atraviesa.
Y solo entonces, la suelto al mundo.
Cinco modelos. Cinco pares por modelo.
Cada uno con su peso, su carácter, su voz.
Así nace una Serie.
No como se planifica.
Como se vive.