Antes de Cándido, nadie sonreía mientras ardía el mundo.

zahirs copia
por zahir

Antes de Cándido, nadie sonreía mientras ardía el mundo.

La palabra “optimismo” nació como una broma.
Una forma elegante de llamar idiota al que, viendo un terremoto, dice:
—Seguro que esto es por algo.

Voltaire se rió en tu cara…
y tú, 264 años después, sigues repitiendo frases que ni Pangloss se atrevería a tatuarse.

Todo pasa por algo.
Nada es casualidad.
Confía en el proceso.

¿De verdad?

¿Confías también cuando el proceso te escupe?
¿Cuando lo que pasa por ti te rompe las costillas?

El optimismo no era una virtud.
Era un insulto disfrazado.
Una palabra nueva para una ceguera vieja:
necesitar que el caos tenga forma bonita.

Y tú —alma dorada, lector de etiquetas energéticas—
te agarras a esa palabra como si fuera tabla de surf emocional.
Como si todo tuviera que tener sentido.
Como si no fuera más fuerte aceptar que no lo tiene… y aun así caminar.

Zahír te dice:
no vivas en “el mejor de los mundos posibles”.
Vive en el que te toca pisar.
Con barro, con fisura, con fuego.

El optimismo es bonito en Pinterest.
Pero en SigmaⅤSoul no vendemos consuelos.
Vendemos errores hechos símbolo.
Zapatillas que no corrigen nada.
Solo te acompañan mientras ardes con más estilo que el resto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio