Cómo hablar de tus zapatillas sin convertirlo en una charla de catálogo
Situación habitual:
— “¿Dónde te pillaste esas?”
— “¿Cuánto te costaron?”
— “¿Son edición limitada?”
Y tú solo querías cruzar la calle en silencio.
Respira. Hay salida.
Este manual no te va a enseñar a presumir.
Te va a ayudar a sobrevivir.
A responder sin parecer arrogante.
A proteger lo que llevas sin convertirlo en anécdota viral.
Y, si tienes suerte, a sembrar curiosidad real.
1. 🔇 Respuesta zen
¿Esas qué son?
👉 “No lo sé del todo. Pero me reconocí en ellas.”
Funciona como cortina de humo poética.
Cierra la puerta al hype, pero deja la intuición abierta.
Ideal para desactivar fans de los listados de StockX.
2. 🧠 La del coleccionista emocional
¿Cuántas tienes?
👉 “Menos de las que quiero. Más de las que necesito.”
Aclara que no acumulas por impulso,
y que tu colección tiene criterio, no algoritmo.
Bonus: te da un aire de persona en paz con su archivo.
3. 🧤 Táctica minimal
¿Dónde las compraste?
👉 “Donde alguien decidió hacer algo bien hecho.”
No das ubicación.
Das un principio.
Si lo entienden, puede que merezcan saber más.
4. 🛠 La respuesta Sigma
¿Son edición limitada?
👉 “No. Son irrepetibles. Es distinto.”
Aquí siembras la semilla.
Si preguntan más, habla de fases, de series, del Ritual.
Y si no… sigues caminando.
5. 📚 Para los muy preguntones
“¿Pero qué marca son?”
👉 “Son de autor.”
Es la versión sneaker de decir: “Esto no es fast fashion, es sastrería.”
No hay discusión posible.
Si quieren más detalle, que lean.
¿Por qué este manual?
Porque hay gente que no compra zapatillas para contarlo.
Sino para caminar distinto.
Para coleccionar símbolos.
Para envejecer bien.
Y porque hablar de lo que uno ama
no debería sentirse como justificar una compra.
Último recurso (funciona siempre):
“¿Eso qué es?”
👉 “Una historia. Pero no sé si te interesa.”
Y si te dicen que sí…
quizá valga la pena hablar.